“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.”
Eclesiastés 4:9, 10 y 12
Un refrán nuestro reza de la siguiente manera: “Uno solo no es nadie”. Esto apunta al hecho de que un individuo solo, nunca podrá influenciar efectivamente a otros, mientras se mantenga en el anonimato. De igual manera, apunta a la realidad de que el ser humano existe con el fin de vivir el sociedad.
La Sagrada Escritura contiene una expresión similar en el capítulo 4 del libro de Eclesiastés; cuando, de manera muy interesante, reflexiona sobre las ventajas del trabajo hecho en comunidad. En esencia expone que dos son mejor que uno, y que tres son mejor que dos.
En la mañana de hoy, se nos presenta al matrimonio de Aquila y Priscila. Pero, ¿quiénes fueron ellos, y qué lecciones podemos extraer al encontrarnos con ellos? Veamos. Aquila y Priscila eran una pareja, de marido y mujer, con los cuales Pablo se encontró durante su segundo viaje misionero. Lucas nos deja saber que tenían el mismo oficio que Pablo: construir tiendas de campaña. Además, sabemos que eran judíos convertidos a la fe cristiana y que colaboraron con el apóstol en el proceso de levantar una congregación en Corinto. También sabemos que llegaron hasta allí, procedentes de Roma, y huyendo del emperador Claudio. Más tarde, acompañaron a Pablo hasta la ciudad de Éfeso, mientras éste continuaba con su misión evangelizadora; quedándose en aquel lugar, mientras Pablo continuaba su viaje con destino final en Jerusalén. Finalmente, Lucas nos deja saber que, estando en Éfeso, sirvieron como instrumentos de Dios para orientar en la fe cristiana a Apolos, quien enseñaba de manera elocuente las Escrituras y quien habría de convertirse en un poderoso instrumento de Dios en la iglesia en Corinto.
La historia de Aquila y Priscila sirve para ilustrar varias verdades bíblicas, las cuales enumeramos brevemente: El matrimonio instituido por Dios, la importancia de la colaboración mutua, la importancia de la centralidad de Dios en cualquier esfuerzo común, y la perfecta soberanía de Dios en sus caminos. Definitivamente, dos son mejor que uno, pero tres son mejor que dos, si el tercero es Dios.
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