“Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Evangelio según San Lucas 12:29-31
Hace muchos años, en los primeros días de la aviación, un piloto realizaba un viaje alrededor del mundo. Tras las primeras dos horas de vuelo, luego de su última parada, comenzó a escuchar un ruido en el avión, parecido al que producen los ratones al roer alguna superficie. El piloto concluyó que mientras el avión se detuvo en tierra, algún ratón pudo haberse subido a la aeronave. Entonces, pensó cuán peligroso podría ser que el ratón estuviera royendo algún cable importante del control del avión.
Mientras pensaba en esa posibilidad, comenzó a ponerse sumamente ansioso. De momento no supo qué hacer, ya que regresar le tomaría, al menos, dos horas. Por otro lado, la siguiente pista de aterrizaje estaba a más de dos horas y media de distancia. De pronto recordó que los roedores no están creados para habitar en las alturas, sino para vivir en la tierra y debajo de la tierra. Entonces, el piloto comenzó a aumentar la altura del vuelo. Subió unos mil pies adicionales, y unos mil más, y otros mil más; hasta que subió a unos 20,000 pies de altura. De pronto cesó de oír el ruido del ratón. Cuando el piloto aterrizó en su siguiente parada, verificó y encontró al roedor muerto.
En cierta ocasión, mientras Jesús enseñaba a las multitudes, se dirigió de manera particular a sus discípulos y les dio una muy importante lección. La misma tuvo que ver con la mejor manera de manejar una tendencia muy humana: El afán y la ansiedad. En esencia, Jesús les enseñó que estas dos prácticas son comunes a la gente que no tiene a Dios por Padre. Incluso, les enseñó que criaturas tan insignificantes como las aves y las flores son alimentadas y vestidas por Dios. Finalmente, les ofreció el antídoto contra la ansiedad. ¿Cuál es? “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”. Entonces, ¿qué debemos hacer cada vez que el afán y la ansiedad nos asalten? Debemos ascender a las alturas de Dios, donde el roedor del afán y la ansiedad no pueden sobrevivir. ¡Así nos ayude Dios!
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