“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos”.
Evangelio según San Mateo 25:31-32
Nos encontramos al final del año litúrgico y con la festividad de Cristo Rey lo cerramos con broche de oro. Al hablar de Cristo como Rey, hacemos referencia a uno de los tres cargos del Antiguo Testamento a través de los cuales Dios comunicaba la relación del pacto. Los otros dos son: el oficio de sacerdote y profeta. Cristo cumple cada uno de ellos perfectamente. Y al proclamarlo como Rey, lo reconocemos como el Soberano sobre su pueblo, como quien gobierna todo, y como quien tiene señorío sobre todos.
En los capítulos 24 y 25 del evangelio según Mateo se encuentra el discurso escatológico de Jesús. Es decir, del fin de los tiempos, el cual culmina con el juicio de las naciones. A éste, algunos le han llamado la parábola de las ovejas y los cabritos; pues al igual que ellas, nos sorprende su final inesperado. Como debió hacerlo Jesús, en su época, con los justos e injustos al hablarles de su juicio. Sin embargo, la mayoría de los eruditos coinciden en que no es una parábola, sino una visión del fin de los tiempos que describe un evento real. Al final, Cristo volverá, separará unos de otros y pasará juicio justo sobre todos.
Todo el año, a quien celebramos y recordamos es a Cristo. En Adviento, era quien habría de venir; en Navidad, quien se encarnó; en la Cuaresma, meditamos sobre quién es Él, en la Semana Santa, recordamos su muerte y resurrección; y en el tiempo Ordinario, reflexionamos sobre su vida, enseñanzas y ministerio. Y al final, confiamos, regresará. No como vino la primera vez; un niño humilde, sino con gloria y poder; como Rey de reyes y Señor de señores. Por lo que, podemos ver que Él es el centro de todo, y nuestra vida cristiana gira en torno a Él; quien es nuestro Rey Único y Soberano.
Comments