Esto ocurrió en Arizona. Una niña india estaba jugando entre las rocas, cerca de la choza donde vivía, mientras que su hermano mayor se hallaba a poca distancia cavando en un campo de maíz. De repente el hermano oyó un grito y salió corriendo hacia donde estaba su hermana, y halló que una serpiente de cascabel la había mordido. Las marcas fatales de sangre eran bien visibles en el dorso de la mano de la niña.
El muchacho mató al reptil rápidamente; recogió a su hermana y, apretando su herida con dos dedos, colocó sus labios en el lugar de la mordedura, succionando casi todo el veneno que había en la herida. Aunque la niña se puso gravemente enferma, sobrevivió; pero el hermano murió. A través de los labios le había llegado bastante veneno a la sangre para causarle la muerte. De modo literal, había dado su vida por la de su hermanita.
Quizá el chico no tenía idea de que su acción iba a costarle la vida, pero es posible que se diera cuenta de ello. En todo caso, cuando Jesús fue a la cruz, sabía exactamente el precio que debía pagar para salvar nuestras vidas, y lo pagó todo.
Lecturas:
domingo, 24 de marzo Marcos 11:9-10
lunes, 25 de marzo Lucas 22:44
martes, 26 de marzo Mateo 26:39
miércoles, 27 de marzo Mateo 26:50
jueves, 28 de marzo Juan 19:17-18
viernes, 29 de marzo Mateo 27:46
sábado, 30 de marzo Marcos 15:37-38
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