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Foto del escritorIgl. Presbiteriana Westminster

¿Un rey Adorando al Rey?



“Y cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.”


Evangelio según San Mateo 2:1-2


Las acciones generosas no siempre proceden de las mejores motivaciones. En cierta ocasión, unos vándalos cortaron unas seis hermosas palmas reales que adornaban una importante calle en la ciudad de Miami. Dado el caso de que las mismas eran muy costosas, las autoridades del Condado de Dade demostraron ciertos reparos en torno a la decisión de reemplazarlas. Sin embargo, y para sorpresa de ellos, apareció un donante, que incluso estuvo dispuesto a plantar seis nuevas palmas reales. Las palmas anteriores tenían unos 15 pies de altura y proveían un excelente acompañamiento, que se ubicaba exactamente debajo de un enorme anuncio de la compañía aérea Delta. Por otra parte, las nuevas palmas tenían unos 35 pies de altura y tapaban por completo el rótulo de Delta. Tal vez, usted se pregunte, ¿quién sería el donante de las nuevas palmas? El donante fue Eastern Airlines.

Este año, hemos decido segmentar en dos la celebración de la fiesta de la Epifanía. La primera parte comprende el viaje de los magos hasta Jerusalén y su encuentro con el rey Herodes. La semana próxima nos enfocaremos, concretamente, en la visita de los magos al lugar en donde estaban María y el Niño Jesús.

De manera particular, fijaremos nuestra atención en el versículo que expresa el motivo por el cual los magos buscaban al Rey de los judíos que había nacido, y el que recoge las palabras del rey Herodes al enviar a los magos a Belén. Un denominador común en estos dos versículos es el verbo adorar. En el versículo 2, Mateo cita a los magos diciendo: “venimos a adorarle”; mientras que en el versículo 8, Mateo recoge las instrucciones dadas por Herodes a los magos, las cuales finalizan con la siguiente frase: “para que yo, también vaya y le adore”. Aunque el verbo adorar es el mismo, la motivación es totalmente distinta. Pienso que la razón por la que el rey Herodes no es capaz de adorar al Rey que ha nacido; es porque nadie que se considere a sí mismo como un rey, es capaz de reconocer al verdadero Rey: Jesús, el Cristo.

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